viernes, 12 de junio de 2009

EL ARTE DE CULTIVAR AMISTAD


Muchas veces los jóvenes hablan de amistad sin detenerse por algún momento a reflexionar la hondura de su significado.
Encontré este artículo que me pareció que puede ayudarnos mucho a valorarla y cultivarla como un don de Dios en nuestras vidas; no olvidando que nuestro mejor modelo y ejemplo de amigo es Jesús. "Yo nos los llamo siervos sino amigos..."

"«El mundo en que vivimos está menesteroso de amistad». Hemos avanzado tanto en tantas cosas, vivimos tan deprisa y tan ocupados, que, al fin, nos olvidamos de lo más importante. El ruido y la velocidad se están comiendo el diálogo entre los humanos y cada vez tenemos más «conocidos» y menos amigos.

Y, sin embargo, nada ha enriquecido tanto la historia de los humanos como sus amistades. Sócrates aseguraba que prefería un amigo a todos los tesoros de Darío. Para Horacio, un amigo era «la mitad de su alma». San Agustín no vacilaba en afirmar que «lo único que nos puede consolar en esta sociedad humana tan llena de trabajos y errores es la fe no fingida y el amor que se profesan unos a otros los verdaderos amigos». Ortega y Gasset escribía que «una amistad delicadamente cincelada, cuidada como se cuida una obra de arte, es la cima del universo». Y el propio Cristo, ¿no usó, como supremo piropo y expresión de su cariño a sus apóstoles, el que eran sus «amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer»?

Pero la amistad, al mismo tiempo que importante y maravillosa, es algo difícil, raro y delicado. Difícil porque no es una moneda que se encuentra por la calle y hay que buscarla tan apasionadamente como un tesoro. Rara porque no abunda: se pueden tener muchos compañeros, abundantes camaradas, nunca pueden ser muchos los amigos. Y delicada porque precisa de determinados ambientes para nacer, especiales cuidados para ser cultivada, minuciosas atenciones para que crezca y nunca se degrade.

Uno de los fenómenos más asombrosos de este mundo en que vivimos es que se habla tanto más de una cosa cuanto menos importante es. Se llenan páginas y páginas de los periódicos para aclarar una jugada futbolística –tremendo drama: ¿fue o no un penalty?– y nadie habla jamás –ni en los diarios, ni en los púlpitos, ni en las cátedras– de cuestiones tan vitales como la de la amistad. Y, naturalmente, todos decimos saber mucho de ella, pero raramente nos hemos sentado a reflexionar.



Si los lectores no lo consideran cursi recordaré aquí la vieja definición de Aristóteles: «La amistad consiste en querer y procurar el bien del amigo por el amigo mismo». O la recientísima de Lain Entralgo, que me parece más completa: «La amistad es una comunicación amorosa entre dos personas, en la cual, para el bien mutuo de éstas, se realiza y perfecciona la naturaleza humana». Con ello queda dicho que la amistad no es el simple compañerismo o camaradería, aunque pueda surgir del uno o de la otra. Queda también dicho que la amistad no es el enamoramiento, aunque probablemente el mejor amor es el que va unido a la honda amistad.

Pero, sobre todo, queda dicho que en la amistad no se busca la «utilidad» –aunque no pocas pseudoamistades se monten como un negocio–, sino que a ella se va más para dar que para recibir, aunque nada perfeccione tanto a un ser como dar a otro lo mejor de sí mismo. Una verdadera amistad es sólo la que enriquece a los dos amigos, aquella en la que el uno y el otro dan lo que tienen, lo que hacen y, sobre todo, lo que son. De ahí que ser un buen amigo o encontrar un buen amigo sean las dos cosas más difíciles del mundo: porque suponen la renuncia a dos egoísmos y la suma de dos generosidades.

Suponen, además y sobre todo, un doble respeto a la libertad del otro, y esto sí que, más que una quiniela de catorce, es un simple milagro. «La amistad verdadera –escribe Laín– consiste en dejar que el amigo sea lo que él es y quiere ser, ayudándole delicadamente a que sea lo que debe ser». ¡Y qué difícil esta frontera que limita al Norte con el respeto y al Sur con el estimulo! ¡Y qué fácil caer en esa especie de vampirismo espiritual en el que uno de los dos amigos devora al otro o es devorado por su voluntad más fuerte!

¡Qué enriquecedora, en cambio, esa amistad que maduran los años y en la que nos sentimos libres y sostenidos, aceptados tal y como somos, y delicadamente empujados hacia lo que deberíamos llegar a ser! Tesoros como éste son como para vender todo lo demás y comprarlos."

JOSÉ LUIS MARTÍN DESCALZO,
Razones para el amor

domingo, 7 de junio de 2009

EXPO-CARISMA DE LA IGLESIA EN CHILOÉ

"La Mies es abundante y los operarios pocos; ruegen al Dueño que envíe trabajadores a su mies"

Es bajo esta confianza que nos hemos reunido por primera vez todas las Congregaciones religiosas junto a los diocesanos para compartir nuestros carismas al servicio de la Iglesia de la Isla grande de Chiloé.
La exposición se realizó entre el 05 y 06 de junio en el Hall turístico de la plaza de Castro, teniendo abierta para la vista y conocimiento público, especialmente de jóvenes, nuestros carismas.
Una invitación a que los jóvenes busquen, descubran y se arriesgen, en una opción radical de sus vidas, a ser discípulos de Jesucristo en la realidad de hoy.
¡Todo es posible para quien se deja mirar por el Maestro!

VIGILIA DE PENTECOSTÉS JÓVENES PARROQUIA DE CHONCHI-CHILOÉ

jueves, 4 de junio de 2009

ORACIÓN DESDE MI JUVENTUD

SOY JOVEN, SEÑOR

Soy joven, Señor, y quiero vivir con fuerza y alegría;
soy joven y quiero estrujar mi vida y llegar hasta el fondo;
soy joven y, la verdad, Señor, no sé lo que es vivir a veces;
Busco caminos, aunque no he encontrado el sendero cierto.
Tú amas la vida y me quieres en pie, firme;
amas la vida y me llamas a romper las ataduras de la muerte, resucitando.

Señor de la vida: quiero vivir desde el centro de mi ser.
Quiero ser feliz y mantener mi dignidad descubriendo tu llamada.
¿Dónde me quieres?
Señor de la vida: quiero enraizar mi vida en ti, que eres Amor.
¿Qué quieres que haga?
¿Cómo me lleno de vida en Ti?
Si cuando vivo en mi egoísmo con rabia y desenfreno, me estoy
muriendo;
Si cuando me entrego a la evasión del juego, estoy muriendo;
Si cuando huyo en alas de la velocidad, estoy muriendo;
Si cuando vivo sólo de cosas, de objetos... ¡me estoy muriendo!
Quiero vivir, Señor: hacer de la verdad el camino para mis pasos.
Quiero vivir y hacer del amor limpio y de la libertad espacio para mi búsqueda.
Quiero vivir y hacer del servicio la constante de mi vida.
Quiero vivir y hacer de la reconciliación un camino de paz.
Quiero vivir y hacer de la esperanza una fuerza hacia adelante.
Quiero vivir, Jesús, y hacer de la oración un lugar de encuentro
contigo.

Aquí me tienes junto a ti, Señor Jesús, Señor de la VIDA.